La reaparición de López Obrador
Juegos de poder
Por: Leo Zuckermann
Aunque la derrota del candidato perredista a la gubernatura de Tabasco el pasado 15 de octubre se debió fundamentalmente a factores locales, fue el propio López Obrador el que innecesariamente se involucró de más en estos comicios. El resultado fue que lo dejaron de capa caída y lo obligaron a callarse por espacio de quince días. Hacía mucho tiempo que en México no teníamos un par de semanas donde AMLO no fuera, de alguna manera u otra, la nota periodística.
El martes, sin embargo, el tabasqueño reapareció en un mitin de la APPO en la Ciudad de México, donde mandó al diablo a los caciques y sus instituciones corruptas y represoras. Demandó la desaparición de poderes en Oaxaca, que presentarán los senadores del Frente Amplio Progresista (FAP) y emplazó al PAN para que defina si está con el pueblo o con el "cacique" de Ulises Ruiz. Lo más importante de todo es que solicitó que, cuando caiga el gobernador, se convoque a elecciones, "para que sea el pueblo el que de manera soberana elija libre y democráticamente a quien debe gobernar sus destinos; esa es la verdadera solución".
De esta forma, AMLO desenmascaró lo que quiere el FAP en Oaxaca: que se realicen elecciones para arrebatarle la plaza al PRI, ahora que este partido está más debilitado que en 2004, cuando Ulises Ruiz le ganó la gubernatura a Gabino Cué. El tabasqueño prometió que "no dejará solos a los oaxaqueños y que seguirá convocando a la movilización hasta que desaparezcan los poderes" en ese estado. Conclusión: AMLO ya se metió, al parecer con lógica electoral, al conflicto de Oaxaca.
Pero no hay que asumir que la APPO dejará que AMLO se involucre así de fácil. De hecho, reportes periodísticos dan cuenta de que líderes del movimiento oaxaqueño están en desacuerdo con la participación del tabasqueño, quien, con la arrogancia que a veces lo caracteriza, llegó dos horas tarde a la protesta organizada por la APPO el martes pasado. Cuando inició su discurso, parte del contingente ya había empezado su marcha a Los Pinos.
Ayer, el columnista Julio Hernández López, de La Jornada, el principal periódico de la izquierda mexicana, definió como "tarde y mal" la participación de AMLO y del FAP en el asunto oaxaqueño, ya que "fue abandonada en aras de la defensa electoral de Tabasco (presupuesto posible, mata barricada popular). Y porque, cuando por fin —ya con los cirios encendidos sobre el ataúd político de Ruiz— se trata de asumir una postura, se hace de manera sesgada, sin mostrar una posición ideológica clara, tocando por las orillas el problema central de Oaxaca, que no es el electoral ni el del nombre y el apellido del actual gobernante, sino de un cuadro de problemas acumulados y en riesgo de explosión que no tienen salida en el contexto del actual tipo de elecciones". Y remata Hernández: "Los lugares comunes del discurso pronunciado por AMLO dejan clara la falta de un programa político y social verdadero, y la ausencia de un compromiso de trabajo que vaya más allá de los actuales partidos y el pervertido sistema electoral vigente".
No cabe duda: AMLO anda mal y de malas. Ya hasta los columnistas de La Jornada lo critican. Y es que en la izquierda mexicana comienzan a soplar nuevos aires y aparecen nuevos héroes, como la APPO, que podría estar eclipsando la figura de López Obrador.
Por: Leo Zuckermann
Aunque la derrota del candidato perredista a la gubernatura de Tabasco el pasado 15 de octubre se debió fundamentalmente a factores locales, fue el propio López Obrador el que innecesariamente se involucró de más en estos comicios. El resultado fue que lo dejaron de capa caída y lo obligaron a callarse por espacio de quince días. Hacía mucho tiempo que en México no teníamos un par de semanas donde AMLO no fuera, de alguna manera u otra, la nota periodística.
El martes, sin embargo, el tabasqueño reapareció en un mitin de la APPO en la Ciudad de México, donde mandó al diablo a los caciques y sus instituciones corruptas y represoras. Demandó la desaparición de poderes en Oaxaca, que presentarán los senadores del Frente Amplio Progresista (FAP) y emplazó al PAN para que defina si está con el pueblo o con el "cacique" de Ulises Ruiz. Lo más importante de todo es que solicitó que, cuando caiga el gobernador, se convoque a elecciones, "para que sea el pueblo el que de manera soberana elija libre y democráticamente a quien debe gobernar sus destinos; esa es la verdadera solución".
De esta forma, AMLO desenmascaró lo que quiere el FAP en Oaxaca: que se realicen elecciones para arrebatarle la plaza al PRI, ahora que este partido está más debilitado que en 2004, cuando Ulises Ruiz le ganó la gubernatura a Gabino Cué. El tabasqueño prometió que "no dejará solos a los oaxaqueños y que seguirá convocando a la movilización hasta que desaparezcan los poderes" en ese estado. Conclusión: AMLO ya se metió, al parecer con lógica electoral, al conflicto de Oaxaca.
Pero no hay que asumir que la APPO dejará que AMLO se involucre así de fácil. De hecho, reportes periodísticos dan cuenta de que líderes del movimiento oaxaqueño están en desacuerdo con la participación del tabasqueño, quien, con la arrogancia que a veces lo caracteriza, llegó dos horas tarde a la protesta organizada por la APPO el martes pasado. Cuando inició su discurso, parte del contingente ya había empezado su marcha a Los Pinos.
Ayer, el columnista Julio Hernández López, de La Jornada, el principal periódico de la izquierda mexicana, definió como "tarde y mal" la participación de AMLO y del FAP en el asunto oaxaqueño, ya que "fue abandonada en aras de la defensa electoral de Tabasco (presupuesto posible, mata barricada popular). Y porque, cuando por fin —ya con los cirios encendidos sobre el ataúd político de Ruiz— se trata de asumir una postura, se hace de manera sesgada, sin mostrar una posición ideológica clara, tocando por las orillas el problema central de Oaxaca, que no es el electoral ni el del nombre y el apellido del actual gobernante, sino de un cuadro de problemas acumulados y en riesgo de explosión que no tienen salida en el contexto del actual tipo de elecciones". Y remata Hernández: "Los lugares comunes del discurso pronunciado por AMLO dejan clara la falta de un programa político y social verdadero, y la ausencia de un compromiso de trabajo que vaya más allá de los actuales partidos y el pervertido sistema electoral vigente".
No cabe duda: AMLO anda mal y de malas. Ya hasta los columnistas de La Jornada lo critican. Y es que en la izquierda mexicana comienzan a soplar nuevos aires y aparecen nuevos héroes, como la APPO, que podría estar eclipsando la figura de López Obrador.
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